lunes, 30 de octubre de 2017

¿És ético el trasplante de cabeza?



Por qué, en mi concepto, el Dr. Sergio Canavero (ElTiempo, 22 oct/17), quien pretende próximamente trasplantar la cabeza de su paciente al cuerpo de un donante (probablemente fallecido por trauma craneoencefálico o alguna dolencia cerebral) está equivocado, y por qué su paciente Valery Spirodonov, quien sufre atrofia de sus astas motoras de la medula espinal que lo confinó a parálisis total incurable, logrará lo contrario de lo que más quiere: su muerte.

Hay tres posibles resultados de este trasplante (en el que participarán más de 150 especialistas):


1. Que todo termine en la mesa quirúrgica.

2. Que el paciente sobreviva (no se sabe cuánto tiempo) en forma ‘vegetativa’.

3. Que el trasplantado recobre su ‘ser’. 


En el primero y segundo casos, fracaso, por supuesto, nunca sabremos el ‘misterio’.


En el tercer caso, estoy parcialmente de acuerdo con los eticistas quienes afirman que la cirugía es antiética porque va a condenar al paciente a la locura, pues es altamente probable que no encuentre armonía con su cuerpo. 

Mi argumento no sólo es muy diferente, sino que ve muchísimo más antiético ese trasplante.


Parto de la base (aun hipotética) que la psiquis radica en los genes, y como consecuencia de ese trasplante la masa genética predominante, y por tanto del psiquismo, será la del dueño del cuerpo, y no la del dueño de la cabeza.


El resultado, para mí, esperado, es que el Dr. Canavero va a ‘resucitar’ al muerto, el donante del cuerpo, y a matar al vivo, a su paciente Spiridonov.


Si los estudios psicológicos postquirúrgico logran demostrar que el psiquismo predominante es el del ‘muerto’, asumo que mi hipótesis es valedera, y mi trabajo hecho sobre más de 65 pacientes trasplantados que demuestran trasplante de memoria cognitiva como consecuencia del trasplante de órganos portadores de genes (menos glóbulos rojos, plaquetas y córnea), trabajo que en dos oportunidades ha sido rechazado para publicación ("Cambios en el comportamiento psicológico en el receptor de trasplantes"; Derecho de autor, rad: 1-2017-29404; reg: 10-637-332, de 03/04/2017), abre totalmente la corroboración en el bioterio, segunda parte de mi estudio y que tampoco he logrado llevar a cabo ("Transferencia de memoria cognitiva en bioterio"; Derecho de autor, rad: 1-2017-29405; reg, 10-837-333, de 03/04/2017).


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¿Y por qué, frente a mi teoría, el Dr. Sergio Canavero, quien pretende próximamente trasplantar la cabeza de su paciente al cuerpo de un donante, se equivocará?


La teoría sobre la cual trabaja el Dr. Canavero, imperante en el mundo tanto científico como popular, es que el cerebro es el asiento y regulador del pensamiento y de los fenómenos psíquicos, y, obviamente, si se trasplanta un cerebro a un cuerpo, el dueño del cuerpo será el dueño del cerebro.


Pero, inesperadamente para todo el mundo, puede ser al revés.


Cada vez hay más testimonios como consecuencia del aumento exponencial en los últimos años de los trasplantes de órganos, de cambios dramáticos en el comportamiento psicológico del receptor. 

Cambios muy notorios en los hábitos rutinarios como formas de vestir, alimentarias, psicosexuales, deportivas, apatía o atracción por diversas apetencias, en los afectos, habilidades, incluso cambios dramáticos en el comportamiento fisiológico como sobre ciertas enfermedades, alcoholismo, tabaquismo,  cambios en la hemoclasificación, etc, etc, cambios que infortunadamente la ciencia los atribuye a motivaciones endógenas del trasplantado, pero que si se observara más detenidamente, bien pueden ser procedentes del donante.


Y donante de cualquier órgano portador de genes. Hay ejemplos patéticos que no requieren mayor investigación como el caso de las hermanas, donante (de carácter recio y dominante), y receptora (de carácter dócil) de medula ósea, de quien su madre se lamenta de haberlas ‘perdido’ (observación personal).


¿Por qué nadie informa en ninguna parte del mundo el más mínimo cambio en el comportamiento psicológico por las transfusiones de sangre, siendo el más antiguo y masivo ‘trasplante’ realizado? Por una razón muy simple: los glóbulos rojos carecen de genes -y los glóbulos blancos, más escasos, son rápidamente eliminados por el bazo-. Igual ocurre (o no ocurre) en el trasplante de córnea.


Ya el Dr. Canavero y su equipo parecen decididos. Yo, de poder hacerlo, les sugeriría que antes de dar ese paso irreversible con el Sr. Spiridonov, con toda seguridad, rumbo a su muerte, participaran en el experimento que tengo ideado en el bioterio. Tengo la certeza que los hará dar marcha atrás. Y modificar su teoría.

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¿Por qué es hereditario el temperamento, que es cierta forma de expresión psicológica? 

Si los genes no estuvieran implicados en la trasmisión de comportamientos psicológicos, no se podría afirmar que de nuestros padres tomamos expresión de sus temperamentos. 

El temperamento de la gente no es un fenómeno aleatorio, se hereda a partir de hemicadenas de ADN.

¿No es apenas lógico que si introducimos en la biología de alguien, no hemicadenas, sino la irrupción masiva de genes completos en un trasplante, es de esperarse respuestas psicológicas inesperadas?  

Su cirugía no es otro experimento con micos, es con un ser humano. Dese un respiro, Dr. Canavero, y piense en los genes.


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Existe alto riesgo que no sepamos el resultado más importante del trasplante de cabeza (que ahora no es en el ruso sino en un chino): ¿Quién es el operado, el donante o el receptor?


Todos esperamos que el trasplantado salga de su cirugía con buen grado de autonomía funcional, que haga las cosas básicas por sí mismo luego de sus cuatro meses de coma inducido e inmunodeprimido para permitir buena cicatrización sin rechazo.


Hasta donde entendemos, el equipo quirúrgico busca, en primera instancia el no rechazo. 

Hemos sabido que sobre el tejido nervioso medular  no obra de manera peligrosa el rechazo, como sí sobre otros tejidos. 

Esto es básico para el éxito. Y no sabemos si dura.


¿Pero estarán preparados para averiguar, quién es? Lo dudo, porque no esperan otra respuesta diferente a que el trasplantado “es” el dueño de la cabeza.


No he leído que esta inquietud haya motivado las experiencias del Dr. Canavero: ¿Cuál de los dos simios es el que ha salido del quirófano? Esta pregunta sigue sin respuesta.


Esto, precisamente, es lo que quiero averiguar en el bioterio, pero no sé si por estar en este mundo, en este país, en esta universidad, o en mí mismo, no he podido avanzar.

Trasplante de cabeza y declaración bioética UNESCO: 

Hay, entre otros, dos principios bioéticos en juego: "beneficencia" (hacer bien) y "no maleficencia" (no hacer mal). Una pregunta importante es la cuestión de si trasplantar órganos que cumplen normalmente sus funciones, es ético o no. 

Por los principios enunciados, no lo es, puesto que el procedimiento quirúrgico del Dr canavero, incluye intercambiar gran cantidad de órganos (torácicos, abdominales, etc) normales del paciente, por otros normales del donante, solo por trasplantar uno solo anómalo, la medula espinal. Esto da más valor a la técnica (excelente, por cierto) que a la ética, abriendo así un boquete espantoso en la práctica médica. 



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